Protección Solar

El sol, en pequeñas dosis, es imprescindible además de bueno para nuestra salud: mejora nuestro ánimo, nos estimula la síntesis de la vitamina D, favorece la circulación y ayuda con problemas de la piel, como la dermatitis.

Todo esto si tomamos el sol acompañado de un buen protector solar aunque, no solo influyen las cremas para protegernos de los temidos rayos del sol, también son importantes otros factores como, por ejemplo, el tiempo que pasamos tomando el sol o las horas que acudimos a la playa o piscina. De todos es sabido que hay que evitar las horas centrales del día (de 12 a 17 horas) y que, normalmente, no se recomienda tomar el sol más de 20 minutos seguidos. El factor de protección solar que debemos elegir también es importantísimo, los médicos no aconsejan (más bien prohiben) factores de protección solar por debajo del SPF15 y para el rostro un mínimo de SPF30 con el que evitaremos, aparte de un envejecimiento prematuro, un mal mayor, el cáncer de piel o melanoma.

¿Cómo nos protegemos frente a los distintos tipos de rayos solares?
Una vez elegido el índice de protección que mejor nos convenga, nos aplicaremos la crema unos 30 minutos antes de exponernos al sol. Cada vez que nos refresquemos en el mar o la piscina, nos secaremos por completo y volveremos a aplicarnos crema. No es aconsejable estar tumbados para tomar el sol, es mejor pasear. Aunque los días nublados nos de la sensación de que no es necesario aplicarnos protección, es completamente falso. Hay que beber bastante líquidos (agua o zumos de frutas naturales) mientras estemos expuestos al sol. Debemos proteger nuestra cabeza con gorros, sombreros o pañuelos.

La post-exposición al sol también es sumamente importante y debemos aplicarnos after-sun después de haber tomado el sol no solo para prolongar el bronceado sino para calmar nuestra piel después de exponerla a la radiación solar.